jueves, 30 de abril de 2020

ORACIÓN DEL ROSARIO en la pandemia de COVID-19 (Mayo 2020)



Hace CLICK en las imágenes y encontrarás como rezar el Rosario (Imágenes de arriba)
o donde escuchar el Rosario (Imagen de abajo).

Al final del ROSARIO ofrece una 
entre estas dos oraciones 
propuestas por el papa Francisco:

Oración a María
Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo romano,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.

Oración a Maria
«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. 
Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. 
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

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CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A TODOS LOS FIELES PARA EL MES DE MAYO DE 2020

Queridos hermanos y hermanas:
Se aproxima el mes de mayo, en el que el pueblo de Dios manifiesta con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María. 
En este mes, es tradición rezar el Rosario en casa, con la familia. 
Las restricciones de la pandemia nos han “obligado” a valorizar esta dimensión doméstica, también desde un punto de vista espiritual.
 Por eso, he pensado proponerles a todos que redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa durante el mes de mayo.
Ustedes pueden elegir, según la situación, rezarlo juntos o de manera personal, apreciando lo bueno de ambas posibilidades. 
Pero, en cualquier caso, hay un secreto para hacerlo: la sencillez; y es fácil encontrar, incluso en internet, buenos esquemas de oración para seguir.
Además, les ofrezco dos textos de oraciones a la Virgen que pueden recitar al final del Rosario, y que yo mismo diré durante el mes de mayo, unido espiritualmente a ustedes. Los adjunto a esta carta para que estén a disposición de todos.
Queridos hermanos y hermanas: 
Contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá todavía más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba. Rezaré por ustedes, especialmente por los que más sufren, y ustedes, por favor, recen por mí. Les agradezco y los bendigo de corazón.
Roma, San Juan de Letrán, 25 de abril de 2020
Fiesta de san Marcos, evangelista

Francisco

miércoles, 29 de abril de 2020

Las familias en tiempo de COVID-19 – 3 – Desafío tres y cuatro: RELACIONES/ conclusiones

De Raffaella Iafrate (Universidad Católica de Milán – Italia) 
Desgrabación y traducción desde el Italiano por Marco Bottoni no confirmada por la autora. 

Podríamos ubicar cuatro desafíos que podemos enfrentar con recursos generativos a nuestro alcance. 

Como nos recordó papa Francisco 
no pensemos solamente a lo que falta 
sino al bien que podemos hacer. 


Tercer desafío: 
relaciones intimas. 
La perdida por el Covid19 tiene a que ver con las relaciones mas intimas. 
No se puede consolar con gestos de afectos porque quita el contacto corporal. Quita la experiencia del cuerpo anulando los cinco sentidos que son el contacto con los demás y nos permiten realizar nuestra naturaleza en relación. 
El Covid quita olfato y gusto, obstaculiza el tacto (abrazos, besos, caricias) amenaza el oído y la vista aislando y desarraigando las personas de sus relaciones. Amenaza el ser humano como persona entera hecha por cuerpo y espíritu. 
¿Cual respuesta fecunda frente a este desafío?
Una vez más a las generaciones mas jóvenes se pide contestar a este desafío haciendo visible lo invisible, devolviendo el cuerpo a lo que fue disociado, ayudando la recuperación de la unidad de la persona amenazada por el virus. 
Cuando tacto, olfato, gusto son vetados – por lo menos entre los alejados, mientras no es una casualidad que en los hogares se ha vuelto a cocinar con mucha pasión – devolver un cuerpo a lo que corre el riesgo de no tenerlo es posible con vista y oído. 
Vista y oído que son los sentidos mas frágiles en los mayores. 
Los medios con los cuales sobre todo los jóvenes son mas expertos, las nuevas tecnologías como los celulares, las tabletas, las computadora pero también las formas mas familiares como las fotos, los videos, la música son herramienta preciosas para tener con vida los sentidos... y los mas jóvenes son hábiles en utilizarlos. 
La tabletas para las videollamadas desde los hospitales, hijos y nietos que llaman los padres o los abuelos a la misma hora todos los días, el enfermero que toca guitarra para los internados en un hogar para ancianos, la música cantada y sonada para llenar los silencios son ejemplos de esto. 

Cuarto desafío: 
relaciones sociales.
Vemos por fin una cuarta característica de la perdida Covid. 
Es una perdida que destroza las relaciones sociales. 
No hay ritos sino condena al aislamiento social. 
Se muere sin ritos que desde siempre protegen y donan consolación a la gente porque permiten compartir el dolor. Parece una paradoja, la muerte que en las ultimas décadas fue tan excluida, privatizada, expulsada por la sociedad hoy por si misma se esconde haciendo invisible a los ojos y al corazón el pasaje final de la existencia y subrayado aún mas la ausencia de las relaciones comunitarias. 
Se muere en soledad, sin las redes de parientes y amigos que desde siempre acompañan y son las herramienta que mantiene despierto el agradecimiento por los dones recibidos en la vida. El agradecimiento contrasta la perdida y trasforma hasta el final de la vida en un momento generativo. 
¿Cual la respuesta generativa, el recurso que podemos jugar para responder a este desafío? 
Será importante encontrar formas para ritualizar las perdidas elaborando así los duelos que los ancianos y sus familias vivieron. 
Ahora con los medios posibles: oración, recuerdos compartidos, imágenes enviadas, participación a ritos religiosos en los medios, lecturas para cuidar el espíritu. 
Sobre todo en futuro habrá que pensar celebraciones comunitarias a la memoria. Desde ya hay que fijar fecha (por ejemplo el primer aniversario) para que no sea solamente una intención. 
Los jóvenes y los adultos pueden encontrar otros medios para que los mas ancianos elaboren el duelo. Invitarlos para que se hable de los que han muerto. Cuidar el recuerdo de los que ya no están por medio de la memoria y de la narración puede encarnar y consentir que se vuelva a simbolizar las relaciones. 
La nostalgia puede despertar de vuelta el sufrimiento pero al mismo tiempo hace mas humanos los humanos. 
Cuanto más este cuidado de la memoria es compartido en una familia tanto más se puede ayudar – tanto jóvenes como mayores – a percibir que una perdida es una prueba dura pero las relaciones siguen más allá de la muerte. 

Daniela Hernández,  Conversación (2020).
La profesional Daniela Hernández Daniela Hernández Fotografía logró el primer premio en el concurso “La cuarentena”, organizado por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República y en el marco de la emergencia sanitaria que atraviesa nuestro país y el mundo debido al Covid- 19.
Al mismo se presentaron 323 participantes de varios rincones del Uruguay y de otros país del mundo. “Conversación” el registro fotográfico con el que se presentó la profesional, fue captado en el Hogar Frauenverein de Nueva Helvecia.

Concluyendo.
Contestando a estos desafíos el tiempo que vivimos puede ser fecundo. 
Para los mas jóvenes es una oportunidad para entender que la vida no es solo recibir sino también dar y devolver, y así se crece. 
Para la sociedad, nuestra sociedad omnipotente, auto-definida, que piensa poder dominar todo, es una oportunidad para pensar lo que no se suele pensar y entender que los limites y las fragilidades son mas grandes de lo que pensamos. 
En todos esta conciencia puede despertar la pietas (piedad – ser bondadosos) que nace reconociendo la común fragilidad y hace mas iguales y cercanos los seres humanos. 
Termino recordando que esta experiencia es al mismo tiempo familiar y social. 
En las familias como en la comunidad estamos viendo un mundo viejo que deja lugar a un mundo nuevo. Ya tenemos nostalgia de los que han muerto, todavía no sabemos cuanto lo extrañamos ahora y en futuro. Sabemos que el mundo que vendrá será la herencia que nos dejaron. 
En la mano de los mas jóvenes puede estar – esperamos – un futuro mas capaz de reconocer en el limite y en la relación unas dimensiones fundamentales de la vida y de la sobre-vivencia de la humanidad. 
Todo esto marca la diferencia entre lo incompleto del tiempo colgado que el Covid lleva consigo y el todo se ha cumplido (Juan 19, 30) que solamente en la hondura de las relaciones humanas y del objetivo fecundo de la vida y también de su fin se puede y se logra pronunciar. 

martes, 28 de abril de 2020

Las familias en tiempo de COVID-19 – 2 – Desafío uno: EL ESPACIO/Desafío dos: EL TIEMPO

De Raffaella Iafrate (Universidad Católica de Milán – Italia) 
Desgrabación y traducción desde el Italiano por Marco Bottoni no confirmada por la autora.

Salvador Dalí, La persistencia de la memoria (1931), Nueva York, MOMA.

Podríamos decir que la diferencia son las característica de la perdida que el Covid19 lleva consigo. 
Podríamos ubicar cuatro desafíos que podemos enfrentar con recursos generativos a nuestro alcance. 

Como nos recordó papa Francisco 
no pensemos solamente a lo que falta sino al bien que podemos hacer. 


Primer desafío: 
la perdida generada por el Covid abarca todo el espacio.


No es parcial sino global, ocupa toda la cancha porque es una perdida colectiva que abarca una entera generación. Genera un vacío en la vida de los mayores que escuchan la noticia de la muerte de conocidos o coetáneos con los cuales se había compartido la historia de las ultimas décadas. 
Es una perdida que abarca el espacio. 

¿Cual respuesta fecunda a este desafío? 

A una grande perdida que es muerte debemos contestar con una gratitud por la vida del mismo tamaño. En esto están convocadas las generaciones más jóvenes: los hijos, aún más los nietos llamados a llenar de gratitud este espacio ocupado por la perdida. 

Cuidar la gratitud. 
Una cura que escapa a las lógicas de mercado sino se expresa en actitudes solidarias y en el deseo de corresponder al don de la vida. Don recibido por los padres. Deseo de corresponder a los afectos y a los cuidados recibidos por los abuelos. Regalos importantes y preciosos en el camino de crecimiento. 
Es el tiempo en el cual los mas jóvenes pueden mostrar su gratitud a las generaciones que los precedieron, una oportunidad para dar la vuelta a la costumbre de vivir en forma pasiva, la oportunidad de mostrar que la vida es mas fuerte que la muerte y que la gratitud puede hacer mas llevadera la perdida. 

Segundo desafío: 
el tiempo.


La perdida por el Covid19 tiene a que ver con el tiempo. 
No llega esperada y con medida sino aplasta, no deja tiempo para pensarla, acontece en una emergencia que quita el aliento (y no es una metáfora), en un contexto agitado, muy agitado. 

¿Cual puede ser la respuesta fecunda a esta perdida?

Podríamos decir que a la tiranía del tiempo cruel de la emergencia, un kronos que se come sus hijos sin dejar espacio para pensar, es necesario proponer de vuelta un tiempo de gracia, un Kairos, un tiempo que – sin negar – devuelve dignidad al sufrimiento recuperando dignidad, reflexión, conciencia por lo que pasó, devolver sentido también a los eventos mas sufridos. 

Nunca es demasiado tarde para recortarse un tiempo para repensar a lo que pasó para volver a los mismos, para tomar conciencia y no dejar que sea la angustia que nos domine. 


lunes, 27 de abril de 2020

Las familias en tiempo de COVID-19 – 1 – LAS PERDIDAS

De Raffaella Iafrate (Universidad Católica de Milán – Italia) 
Desgrabación y traducción desde el Italiano por Marco Bottoni no confirmada por la autora. 

Gian Lorenzo Bernini (Italia, 1598-1680) - Eneas, Anquises, 1618-19. 
Representación de Eneas huyendo de Troya llevando sobre sus hombros a su padre Anquises.

¿Que revela la preocupación por los adultos mayores que abarca todos y que ha desequilibrado los sistemas políticos, sanitarios y económicos de todo el mundo? 

Como modernos Eneas con su anciano padre Anquises todos cargamos en los hombros a padres, abuelos, amigos frágiles con una atención y una dedicación que hasta ahora no habíamos conocido. 

Un intento de respuesta empieza por una premisa: 
generalmente en la vida de una familia el complicado pasaje a la ancianidad es definido por tres claves fundamentales: 
  1. Perdida
  2. Gratitud y reconocer
  3. Herencia generativa

Es inevitable que en el vida de los ancianos y de sus familias se haga experiencia fuerte de perdidas. Tantas tipologías de perdidas que tienen a que ver con el anciano y al mismo tiempo las personas que viven e interactúan con él. 
Hay una perdida del enfoque social con la salida del trabajo, 
hay una perdida del enfoque familiar con la salida del hogar de los hijos, 
hay una perdida de la salud con las primeras enfermedades, 
hay una perdida final de la vida de personas de la misma generación, de los cónyuges, de los parientes hasta perder la propia vida. 

A pesar de todo eso la perdida no ocupa todo el escenario. 

La edad de la vejez es al mismo tiempo la edad del agradecimiento, el tiempo en el cual hacer un balance de nuestra existencia y recuperar el sentido del tiempo e de las relaciones. 

Por eso – si no se deja paso a la tentación de dejarnos aplastar por las perdidas sino se atribuye valor a la gratitud por lo que la vida ha donado – todos los eventos (jubilación, salir abuelos, hasta la enfermedad y la muerte) pueden ser vividos como una perdida no total sino como un miedo que puede transformarse en una experiencia de generación. 

Se puede alcanzar el objetivo generativo de la vejez que es el paso de la posta, el paso de las herencias materiales y morales a las nuevas generaciones que deberán llevar en adelante el mundo. 

¿Que pasa ahora con la aparición del CoronaVirus en nuestras existencias? 
¿Que pasa a los mayores y a sus familias? 
¿Cual es hoy el desafío al equilibrio entre el sentido dela perdida y el sentido de gratitud? 
¿Cual es la amenaza al éxito generativo de esta transición?

Podríamos decir que la diferencia son las característica de la perdida que el Covid19 lleva consigo. 
Podríamos ubicar cuatro desafíos que podemos enfrentar con recursos generativos a nuestro alcance. 

Como nos recordó papa Francisco 
no pensemos solamente a lo que falta 
sino al bien que podemos hacer. 

(...sigue...)


domingo, 26 de abril de 2020

HOMILÍA: Tercer Domingo de Pascua (26 de abril de 2020) - Lucas 24, 13 – 35.


Cristo resucitado en Emaús, 
composición en mosaico de John Piper (1903-1992), 
pared de mosaico de 18 pies, ejecutado en 1961 
© Iglesia de San Pablo, Harlow, Essex, Inglaterra.

En el camino de los dos que huyen de Jerusalén a Emaús reconocemos el camino difícil de la fe de muchos, también de nosotros en algunos momentos de nuestra vida.

Por la respuesta que ofrecen al desconocido peregrino que los acompaña Cleofás y su compañero de camino saben todos sobre Jesús. El resumen que ofrecen es impecable conocen de verdad: vida, muerte, predicación, milagros y hasta conocen la noticia de la resurrección. 
Todo esto no le dona ninguna esperanza. Su semblante triste resume muy bien su situación espiritual. Todo parece haber acabado con la cruz y el sepulcro de Jesús y a pesar que alguien haya visto el sepulcro vacío y vaya diciendo que está vivo no es más que una de las muchas rarezas de la vida del profeta poderoso en obras y palabras. Obras y palabras que parecen haber acabado según el triste destino de tantos con la muerte. 

El camino del peregrino Jesús con los dos se transforma en una renovada catequesis sobre quién fue Jesús y cómo ya en los libros de la Biblia de Israel (Moisés y los demás profeta) se anunciaba lo que pasó a Jesús mismo. 
Dije catequesis que es algo mas que saber. Se pueden saber muchas cosas y nada mas o se puede dejar que lo que sabemos resuene en nosotros y vuelva ser la razón de nuestro diario vivir, amar y luchar.
Esto es el camino mas profundo y autentico que Jesús hace con los dos. Los dos necesitan resurgir ellos mismos. 
Advertimos algo semejantes con el momento que vivimos: todos lo que sabemos parece de repente no servir. Una persona hace pocos me hizo un comentario sencillo, aparentemente superficial o casi grosero pero al final enfoca el drama que vivimos, me decía: cuatro mil años de ciencia para decirnos que debemos lavarnos las manos. Creo que haya algo parecido en la experiencia de los dos de Emaús... sabemos tanto pero no sabemos que hacer con tanto conocimiento. 

Por el camino Jesús los ayuda a encontrar un sentido nuevo... donde lo que ya saben puede asumir un sentido renovado y a pesar que no soluciona todo puede transformarse. Conocemos la terapia: escucha de la palabra que culmina en el pan partido y compartido, aquel gesto que Jesús había transformado en su presencia en la ultima cena. 

Si el camino rumbo a Emaús era huir, alejarse de la ciudad donde el profeta Jesús había encontrado la muerte y donde sus discípulos podían encontrar dificultad el renovado encuentro con Jesús por medio de la palabra de Dios y por medio del Sacramento del pan anima a volver, volver desafiando la noche, volver desafiando todas las dificultades que hasta hace poco habían justificado la huida. 

Los dos que han encontrado a Jesús resucitado no vuelven a un lugar cualquiera, vuelven a la comunidad reunida, la comunidad que ya profesa la fe. Como Tomás - sobre que escuchamos el pasado domingo - es la comunidad reunida el cauce donde la fe se arraiga y por lo tanto crece y es protegida. 

Esto devuelve nuestra mirada sobre una otra fragilidad del momento que vivimos: 
la imposibilidad de reunirnos para celebrar la fe, para escuchar en conjunto la Palabra, para partir el pan en memoria de Jesús. Ni que hablar que deseamos que termine pronto, al mismo tiempo rezamos para que muchos no se desalienten en la fe y no pierdan la orientación en los caminos de la vida. Los datos sobre las violencias, las depresiones asustan... invocamos a Jesus peregrino para que camine con nosotros a pesar de las distancias. 


La ciudad es el lugar de la convivencia entre personas. La ciudad de Jerusalén se había vuelto hostil por los dos que huían al mas chicos y ojalá menos hostil Emaús. Hoy también la convivencia carga un rasgo de dificultad pedimos esta gracia: ¡camina con nosotros Jesús! ¡Ayúdanos a encontrar el camino de regreso a una convivencia posible!

domingo, 19 de abril de 2020

HOMILÍA: Segundo Domingo de PASCUA y de la Divina Misericordia (19 de abril de 2020) Juan 20, 19 – 31.


Fieles a la cronología del Evangelio en este domingo que sigue la Pascua leemos lo que pasó en el atardecer del primer día – o sea el día de Pascua – y ocho día mas tardes. Dos apariciones de Jesús resucitado, dos pasos de fe de los discípulos.
En la primera aparición protagonista de la escena es Jesús solo... mejor Jesús en medio. Encuentro este detalle interesante. Juan no dice mucho sobre la reacción de los presentes. Estaban encerrados por miedo, llega Jesús y se pone en medio. Aparentemente el único acto de los discípulos es dejar el centro a Jesús. No es poco. Tarea de la Iglesia de siempre es dejar a Jesús el centro. 
Cuando Jesús puede llegar al centro sus palabras se hacen alentadoras: la paz, la misión el perdón. Paz y misión y perdón son anunciados recordando la cruz: el deseo de la paz es acompañado por el mostrar de las heridas y entre el llamado a la misión y el llamado al perdón Jesús sopla así como en la cruz había hecho hasta el final y el evangelista Juan presente bajo la cruz reconoció en aquello últimos alientos el don del Espíritu de Dios. 
Guardamos este mensaje de esta primera aparición: paz, misión y perdón son consecuencia de todo el acontecimiento pascual: tanto la muerte como la resurrección. Paz, misión y perdón no son la revancha de Jesús sino el fruto de su camino tanto por los sufrimientos de la pasión cuanto por la alegría de la Resurrección. Jesús que muere perdonando resucita deseando paz, Jesús que muriendo ha mostrado el rostro de Dios – como bien entendió el centurión romano – pide que sus discípulos se hagan testigos de este rostro de Dios que es amor. Por fin Jesús que había muerto perdonando puede exigir que sus discípulos enseñen y vivan el perdón. 
Esto se hace aún mas claro en la segunda aparición donde Jesús se hace cargo de la dificultad de fe de Tomas. Jesús se hace cargo de la dificultad de fe de Tomás dispuesto a dejarse abrir de vuelta las heridas de la cruz. 
Así san Juan termina el primer relato de la resurrección recordando que escribió: para que ustedes crean. 
Hay que pedir constantemente el don de la fe. Hasta el discípulo qua había visto la muerte de Jesús y lo había encontrado resucitado sabe que siempre es necesario fortalecer la fe. 
La fe siempre es y será algo que hay que conquistar, reconquistar, proteger y defender. Aún mas claramente lo dice san Pedro en la segunda lectura: la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego... 
La Pascua que estamos viviendo por este contesto de emergencia pone a prueba nuestra fe. No queda otra que dejarnos convocar en la prueba y dejar que sea la prueba misma a fortalecer nuestra misma fe. 
Como Tomás, Juan, Pedro y los demás discípulos dejemos que Jesús se ponga en el medio y de a poco paz, perdón y su noticia la misión brotarán por si misma. 
Padre José Kentenich aconseja empezar las oraciones de todo atardecer con este recuerdo del Cenáculo: 
Allí para la Iglesia
imploraste al Espíritu Santo,
quien la liberó de la miserias de la mediocridad, 
la inició en la doctrina de Cristo
y avivó en ella 
el espíritu de apóstoles y de mártires. 
También así quieres actuar en nuestro Santuario... 

domingo, 12 de abril de 2020

#QuedateEnCasa - La oración es nuestra vigilia en espera de la luz (homilía en la Pascua)


Domingo de Pascua
(12 de abril de 2020)
Mt 28, 1 – 10.

Sería demasiado fácil este año pedir al Angel de la resurrección que grite un poco mas fuerte sus primeras palabras: No teman... 

Sería demasiado fácil y nos haría cerrar los oídos a los que sigue. 

Primero. El Angel nos recuerda que estamos en búsqueda: yo se que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No hay que apagar nunca esta búsqueda. Siempre hay el riesgo de considerarla ya cumplida. 

Podemos decir que este año la Pascua llega como una invitación a seguir nuestro camino con Jesús que como sabemos, por como sigue el relato de San Mateo, será por las faldas de una montaña (Mt 28, 16), un otro camino a subirse, una otra calle cuesta arriba. 
Creer en la Resurrección no ahorra a los discípulos una nueva subida, un nuevo camino empinado. Seguramente no tendrá las características del Golgota. No tanto porque no habrá que sufrir sino porque se podrá enfrentar seguros que Jesús nos adelantó, que conoce cual son los pasos mas sufridos, que nos alienta reavivando constantemente la esperanza. En las próximas semanas por el bien de cada uno y de todos seguiremos en la lucha contra el contagio. Podríamos vivir esto como un bajón o a revés sentir que es una nueva etapa como la montaña de Galilea donde Jesús resucitado convoca nuevamente su discípulos. 

Pedimos en esta Pascua diferente la gracia de la perseverancia. 

¿Qué perseverancia nos pide Jesús Resucitado? 

Cada uno puede y debe encontrar su respuesta. Me atrevo a sugerirle lo que siento que este año está diciéndonos. 
Dice Jesús anunciando la resurrección que las almas de los que mueren y resucitan en Dios son como la ángeles... porque han resucitado (Lc 20,37).
Si los santos son como Angeles me siento autorizado a pensar que hay santos de la guarda. Creo que Jesús en estos días me envió dos santos de la guarda para confirmar mi fe en la subida de esta montaña del aislamiento. Ellos me sugirieron la respuesta a la pregunta: ¿Que perseverancia nos pide Jesús Resucitado? 

El primer santo de la guarda es san Juan de la Cruz que en su Oración del alma enamorada famosa por recordarnos que A la tarde te examinarán en el amor;... el mismo santo nos recuerda: 

Mira que no te entristezcas de repente de los casos adversos del siglo, pues que no sabes el bien que traen consigo ordenado en los juicios de Dios para el gozo sempiterno de los escogidos. 

En la renovación de la profesión de fe a la cual nos invita la Pascua les invito a repetir nuestra confianza que – a pesar de los casos adversos – Dios está preparando un bien...sempiterno. 
San Juan de la Cruz me alcanzó ya en la Semana Santa. 

El segundo santo de la guarda ya desde el comienzo de la epidemia es san Pablo VI. Hoy me amparo en un su enseñanza sobre la oración entendida como búsqueda. Así enseñaba el santo papa: 

El encuentro con Dios puede acontecer como, donde y cuando Él quiere. Conocemos sus gustos sobre nuestra parte: deseo, búsqueda, oración. La oración es nuestra vigilia en espera de la luz. (12/12/1973).

La oración es nuestra vigilia. La Pascua siempre es vigilia, siempre es espera, siempre es esperanza. Vivámoslo así en oración... oración en espera. 

Alégrense es el saludo de Jesús resucitado. Debemos admitir que este año cuesta un poco mas. Pero la alegría cristiana no es solamente gozo y risa, la alegría es – decía Tomás de Aquino - dilatación de la amplitud del corazón. 

Hoy Jesús resucitado nos invita con el único medio que por ahora nos queda: la oración. Jesús resucitado nos invita a dilatar nuestros corazones para que ninguno se sienta excluido del anuncio de consolación: a pesar que queden montañas para subir el destino es el gozo sempiterno de los Resucitados. 

La oración es nuestra vigilia en espera de la luz.

La oración SEA nuestra vigilia en espera de la luz.

viernes, 10 de abril de 2020

#QuedateEnCasa - VIERNES SANTO ¿Quién soy yo para que Cristo muera por mí?


Entre las muchas palabras de este Viernes Santo pasado en las casas le dejo la reflexión ecrita por una persona detenida comentando la septima estación del Via Crucis (Jesús cae por segunda vez). 
La misma fue leída en el Vía Crucis rezado por el papa Francisco en Roma en la plaza de san Pedro desierta. 

Cuando pasaba delante de una cárcel, miraba para otro lado: “Bueno, yo no acabaré nunca ahí dentro”, me decía a mí mismo. Las veces que la miraba respiraba tristeza y oscuridad, me parecía que pasaba junto a un cementerio de muertos vivientes. Un día acabé entre rejas, junto con mi hermano. Como si no fuera suficiente, también conduje allí dentro a mi padre y a mi madre. La cárcel, que era para mí como un país extranjero, se convirtió en nuestra casa. En una celda estábamos nosotros, los hombres, en otra nuestra madre. Los miraba, sentía vergüenza de mí mismo, ya no podía llamarme hombre. Están envejeciendo en la prisión por mi culpa. 
Caí en tierra dos veces. La primera cuando el mal me cautivó y yo sucumbí. Traficar con droga, en mi opinión, valía más que el trabajo de mi padre, que se deslomaba diez horas al día. La segunda fue cuando, después de haber arruinado a la familia, empecé a preguntarme: 
¿Quién soy yo para que Cristo muera por mí?”. 
El grito de Jesús —«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»— lo leo en los ojos de mi madre, que asumió la vergüenza de todos los hombres de la casa para salvar a la familia. Y tiene el rostro de mi padre que se desesperaba de manera escondida en la celda. Sólo ahora soy capaz de admitirlo; en aquellos años no sabía lo que hacía. Ahora que lo sé, con la ayuda de Dios estoy intentando reconstruir mi vida. Lo debo a mis padres, que años atrás subastaron nuestras cosas más queridas porque no querían que estuviese en la calle. Lo debo sobre todo a mí mismo, pues la idea de que el mal siga controlan- do mi vida es insoportable. Esto se ha convertido en mi vía crucis


Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte (Lc23,34). 

Señor Jesús, estás otra vez caído por tierra, fatigado por mi apego al mal, por mi miedo a no lograr ser una persona mejor. Con fe nos dirigimos a tu Padre y le pedimos por todos los que todavía no han podido huir del poder de Satanás, del atractivo de sus obras y de sus mil formas de seducción.

jueves, 9 de abril de 2020

Homilía en la Misa en la cena del Señor (Jueves Santo)


 

Jueves Santo (S. Misa en la cena del Señor)
(9 de abril de 2020)
Juan 13, 1 – 15

Empezamos este tríduo pascual diferente contemplando los tres regalos que Jesús en este día nos renueva: 1) el mandamiento del amor, 2) su presencia en la Eucaristía, 3) el sacerdocio para que su herencia se mantenga viva. 
Uno de los proverbios bíblico reza: 
Hay tres cosas de paso majestuoso y cuatro que caminan con elegancia:
el león, el más fuerte entre los animales, que no retrocede ante nada; 
el gallo vigoroso, o el chivo,
y el rey al frente de su regimiento.(Proverbios 30, 29 – 31) 
Caminamos entre los regalos del Jueves Santo guiados por la sabiduría del pueblo de Jesús. 
1) Majestuoso es el león por su fuerza como majestuoso es Jesús que no se asusta delante de su pasión sino la transforma en una herramienta de amor, mejor un amor hasta el fin. 
Majestuoso es Jesús que – como el león no retrocede ante nada ni ante las suciedades de su discípulos, ni delante de sus rechazo, ni delante de sus pecados. Jesús que no retrocede ante nada lava los píes de los doce, doblega la resistencia de Pedro, perdona de la cruz a todos los que colaboran en su muerte.
Jesús que no retrocede ante nada no retrocede en aquella noche oscura de su entrega, no retrocede con su predicación. Mientras a su alrededor crece maldad anuncia y pide amor: les he dado el ejemplo. 

2) Majestuoso es – según el sabio de Israel – el gallo vigoroso o el chivo. Dos animales muy diferentes. El chivo nos recuerda los sacrificios de la Antigua Alianza. Por cuanto en la cena pascual se consumía un cordero, un chivo se ofrecía en el lugar mas santo del templo de Jerusalén para pedir el perdón de los pecados. La sangre del cordero pascual había protegido las casas del pueblo perseguido, la sangre del chivo una y otra vez en los siglos lavará las culpas. En Jesús las dos funciones se unen: Jesús es cordero y chivo: es protección y perdón, es aliento en la lucha contra el mal y consolación en el fracaso. Cuanto sentimos necesario esto en estos días difíciles. Cuanto es necesario que Jesús nos proteja pero al mismo tiempo nos aliente y cuanto sentimos necesario que sea Él nuestra esperanza en el ansia de la epidemia. La Eucaristía – la presencia de Jesús en pan y vino de la Misa – guarda este misterio. Jesús está: el pan es su cuerpo, el vino es su sangre – escuchamos en cada Misa – pero al mismo tiempo Jesús nos convoca a ser mejores imitándolo: hagan esto en conmemoración mía. Al mismo nivel del chivo por el sabio de Israel es majestuoso el gallo vigoroso. Cuando Jesús retoma esta imagen la vuelve femenina: ¡Cuántas veces quisereunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! (Mt 23, 37). Escuchamos el drama de esta frase pero al mismo tiempo la ternura. Jesús utiliza rasgos maternales para hablar de su deseo de salvar a todos. La madre cuanto el padre protege, una madre cuanto el padre se preocupa por el alimento de los hijos, una madre muchos mas que un padre tiene herramienta e innata sabiduría para que la comida sea bastante, saludable y rica. La Eucaristía es todo esto: es sustento, es promesa de vida que continua hasta llegar a ser eterna, es anticipo de la dulzura del cielo. 

3) Majestuoso – por fin – es el rey frente de su regimiento. Por cuanto majestuoso un rey no basta a si mismo sino necesita que su pueblo colabore con él para el bien de todos. Sobre todo necesita de la colaboración de los mas fuertes y valientes que lo acompañen como regimiento en los momentos mas difíciles. Así hizo Jesús en su ultima cena convocando a sus apóstoles y por medio de ellos a muchos mas en continuar su obra. Entre las tantas formas de colaborar con Jesús contemplamos hoy el sacerdocio y rezamos por los sacerdotes. Háganlo con generosidad.
  • Rueguen por su fidelidad, rueguen por su coherencia, rueguen por su felicidad. 
  • Imploren el Padre misericordioso por los muchos que traicionan las promesas hechas, por los que dan escándalo, por los que se acomodan, por los que pierden la valentía o el entusiasmo del comienzo. 
  • Recen por nuevas vocaciones al sacerdocio. Rezamos por Luciano que con Federico y otros jóvenes de nuestro país y de todo el mundo está preparandose a pronunciar su sí y al mismo tiempo pedimos nuevas y mas vocaciones y pedimos que los jóvenes tengan la valentía para decir sí. 
  • Agradezcan por los sacerdotes que encontraron en su vida y por la gracia de Dios que por medio ellos recibieron.
  • Por fin rueguen por mi que tengo la tarea de sacerdote en nuestra parroquia. El pasado año recordaba una invitación del papa Benedicto XVI que animaba los sacerdotes a rezar por su pueblo: “el coloquio personal con Cristo es una prioridad pastoral fundamental.... es precisamente rezar la “profesión del párroco”. Decía en 2010 el Papa emérito. Un año después estamos acá celebrando la Pascua extrañando tantos hermanos pero confiando que los alcanzamos solamente con la oración. 

Jesús – león, gallo o chivo, rey – está entre nosotros por medio de la Eucaristía. Tenemos la dicha de recibirla y sabemos cuantos hermanos nuestros no están pudiendo. La Iglesia de nuestro país soñaba un año eucarístico y se encuentra a cruzar un tiempo largo sin compartir como desearíamos el pan de la vida eterna. Pedimos al Señor Jesús realmente presente que despierte un renovado deseo de Él.
A las imágenes del león del gallo o chivo permítanme sumar una ultima: el pelicano bueno. La pelicano cuando está en apuro por no tener comida por los polluelos se hiere el pecho con su pico y los alimentas con su sangre. La sabiduría de la naturaleza esconde el misterio de Dios. Creo Señor que tu pasión este año se llama coronavirus, tus azotes los dolidos golpe de tos, tu corona de espinas los caños médicos de cuidado intensivo, tu soledad el aislamiento a lo cual estamos condenado. Levanta con nosotros esta cruz Señor y con tu sangre sálvanos. 



RENOVACIÓN DE LAS
PROMESAS SACERDOTALES

Todos los años en la Misa Crismal los sacerdotes renuevan las promesas hechas el día de su Ordenación. Este año la celebración no se llevó a cabo. 
Quiero ahora frente a Jesús presente en la Santa Eucaristía renovar personalmente y públicamente las promesas de mi Ordenación Sacerdotal. 
No está el Obispo a escucharlas en Persona de Cristo pero están ustedes en persona de toda la Santa Iglesia. Rueguen a Dios por el santo padre Francisco, por nuestro obispo Carlos y por todos lo Obispos, por todos los hermanos presbiterios y diáconos de nuestra Diocesis y de todo el mundo, por Luciano que con Federico y los demás seminarista del país y del mundo está preparándose al sacerdocio. 

Jesús, sumo y eterno sacerdote del “Dios de la vida y de la muerte”(Pablo VI, 13/5/1978),
Quiero renovar las promesas que hice ante el Obispo y ante el pueblo santo de Dios.
Quiero unirme y configurame más fuertemente a Ti renunciando a mi mismos y reafirmando la promesa de cumplir los sagrados deberes que, por amor a Ti, acepté gozoso el día de mi ordenación para el servicio de la Iglesia. 
Deseo permanecer fiel dispensador de los misterios de Dios en la celebración eucarística y en las demás acciones litúrgicas, y desempeñar fielmente el ministerio de la predicación como seguidor tuyo, sin pretender los bienes temporales, sino movidos únicamente por el celo de las almas.” 
(Ritual Misa Crismal)
Renuevo además mi compromiso de “perseverar en el mandato de orar sin desfallecer” (Ritual Ordenación) con tu pueblo y por tu pueblo. 
Confirma la obra que empezaste en mi llevándola a su cumplimiento, hazme cociente de lo que realizo, fortaléceme para imitar lo que celebro. (Cursiva desde Ritual de Ordenación: formula de entrega de pan y vino)
Conforma mi vida con el misterio de la cruz del Señor (Cursiva desde Ritual de Ordenación: formula de entrega de pan y vino)
hasta el encuentro final contigo, amado, esperado, bendito por los siglos” (Pablo VI, oración te necesitamos). AMEN.